Las ánforas son recipientes de cerámica de gran tamaño que se caracterizaban por tener dos asas y un largo cuello estrecho, igual que la base, por eso, muchas de ellas solían acompañarse de un soporte cuando no estaban enterradas en el suelo. Estos pies tan estrechos facilitaban la estiba (adecuada distribución de la mercancía en un barco), apilando las ánforas en varios niveles, lo que permitía aprovechar el espacio interno del barco al máximo. Se usaban como principal medio de almacenamiento de vino, aceite, cereales, pescado, uvas, aceitunas, salazones como el garum, etc, pudiendo usarse también a modo de sepultura para infantes. Su producción era tan barata que en muchas ocasiones no se reutilizaban. Existían muchos tipos de ánforas según su forma: las más famosas son la Dressel: con largo cuello, asas rectas y cuerpo ojival que normalmente almacenaban el vino; la Lamboglia y Oberaden: son ánforas olearias, cuyo contenido principal sería el aceite, caracterizadas por su gran cuerpo redondeado, paredes gruesas y el cuello y asas cortas. También encontramos las ánforas que contenían frecuentemente el garum o las salazones de pescado, que se caracterizaban por ser muy alargadas y estrechas. Concretamente esta reconstrucción virtual corresponde a cinco tipos anfóricos vinarios de Hispania Tarraconensis (Berni P. y Miró, J., 2013).